Los guardianes de la memoria: Códices.
Pintor mixteco, códice Vindobonense f. 48 Revista Mexicana de Arqueología Vol. IV No. 23 P. 17 Enero - Febrero 2007 |
Siglos antes de que los europeos se
encontraran en su camino con el continente americano, diversos grupos de
personas se establecieron a lo largo del continente reuniéndose y organizándose
fomentando el desarrollo de cultura (que incluye tecnología, sistemas
políticos, religión, economía, etc.) que influirían en diversos campos del
conocimiento, inclusive, hasta el día de hoy.
Nos referimos a estos grupos como
“culturas” puesto que más que sistemas y religiones, habían creado toda una
identidad. Algunos textos del siglo XV de los primeros europeos en enfrentarse
a ellas, describen su admiración por la capacidad de las personas nativas de
estas tierras para organizarse, a tal grado que, poseían casas de libros que
contaban sus creencias, que describían sus sistemas, sus leyes, que contaban
días, meses, años, milenios de un desarrollo muy diferente al que había
acontecido en Europa[1].
Todo se encontraba escrito en papel amate,
realidades e ideologías. Resultaba impresionante para los europeos cómo, sin
necesidad de interacción con otras culturas como los egipcios o griegos, o bien,
con las culturas bárbaras que se desarrollaban a la par por toda Europa, el más
grandioso linaje de guerreros logró trascender a través del tiempo en sus
esculturas, en sus estelas, en sus pirámides, en su gente… en sus códices.
¿Qué son los códices?
Los códices son “los libros indígenas
hechos en escritura nativa. La palabra códice viene del latín codex que significa libro manuscrito”. Existían
personas que desde niños eran instruidos en pintura y escritura. Estos “pintores
o escritores (llamados en el centro de México tlacuilos, palabra que proviene del verbo náhuatl tlacuiloa que quiere decir escribir
pintando. En el área maya, se les llamaba ah
ts’bi, o bien ah won, términos
que significan escritor y pintor respectivamente”[2])
conocían los símbolos y la técnica de escritura necesaria para producir códices.
Los tlacuilos registraban las
realidades de sus comunidades, contaban historias y transmitían su conocimiento
a generaciones futuras. Solo ellos podían interpretarlos a quienes tenían
acceso a dicha información (gobernantes y sacerdotes). Los códices creaban
orden y mantenían vivas las tradiciones, guiaban a los pueblos.
Fueron los frailes quienes vieron una
oportunidad en la producción de códices para introducir sus creencias
religiosas y así poder evangelizar a los pueblos indígenas. Los imperialistas
acertaron al pensar que una vez evangelizados la conquista de aquellos pueblos
y de las riquezas y tierras de aquellas grandes ciudades sería una tarea fácil.
Y así fue. Aconteció el más grande crimen de la época colonial: la quema y destrucción
de los códices y el saqueo y apropiación de los bienes que pertenecían a los
pueblos antiguos, quedando únicamente unos pocos que cuentan la historia del
México prehispánico.
Desafortunadamente, poco podemos hablar de
estas culturas a ciencia cierta debido a al intento de extinción de las culturas
mesoamericanas por parte de los imperialistas europeos. Considero que este
hecho es una lamentable pérdida para la humanidad de conocimiento valioso, por su
aporte científico y su valor cultural.
Sin embargo, gracias a los códices
producidos durante la implementación del régimen colonial de la Nueva España,
hemos podido conocer las diversas culturas que existieron antes y durante este
periodo. En esa época, los códices, además de “continuar con su función social
de registro de la memoria colectiva, servían para comunicarse y dirimir
conflictos entre las comunidades y el Imperio español”[3].
La corona española prohibió poco a poco las tradiciones de los pueblos
indígenas que incluían la producción de papel amate, sustituyéndolo por el
papel europeo.
Elaboración moderna del papel amate
A pesar de las prohibiciones durante la colonia y todos los años de historia que envuelve a nuestro país, hoy en día muchos artesanos conservan la costumbre de fabricar papel amate[4], entre muchas otras costumbres, como la gastronomía, la pintura, alfarería, escultura, etc., que se han transmitido de viva voz de generación en generación, o a través del legado artístico de nuestros antepasados. Quienes siguen estas tradiciones mantienen vivas las costumbres que identifican a los mexicanos como pueblo milenario, convirtiéndose en pruebas vivientes de una cultura que alguna vez existió.
las sociedades modernas y que son registro de los
acontecimientos más importantes que han transformado a las culturas modernas,
con el tiempo se convierten en los guardianes de la memoria colectiva. La
importancia que los códices tienen hoy en día no solamente radica en su aporte
científico y cultural, sino que también aportan sentido a nuestro presente,
porque forman parte de nuestra identidad como mexicanos. Entre mis pensamientos
se encuentra enredada la idea de que no somos tan diferentes a nuestros
antepasados, porque dependemos de documentos que avalen nuestra historia,
inclusive en procesos legales; y cuando se pretende comprender un hecho o
generar conocimiento nuevo, es necesario acudir al pasado para soportar nuestra
teoría. No solamente en México se ha dado
este fenómeno, en todo el mundo se sigue registrando en escritos e imágenes las
realidades y fantasías del ser humano. ¿Cómo sería nuestro país si conserváramos esos milenios de conocimiento en el acervo nacional?
BIBLIOGRAFÍA
Revista de Arqueología Mexicana, Vol. VI Número 23 Enero - Febrero 2007
VALVERDE, María del Carmen. Balam. El jaguar en los tiempos y los espacios del universo maya. Editorial UNAM, México 2004.
Se recomienda:
Visitar el museo de Antropología e Historia. Para conocer más sobre la exposición y descargar códices en PDF: http://codices.inah.gob.mx/pc/index.php
ALCINA, José. Códices mexicanos. Fundación Mapfre. Madrid 1992
COE, Michael. Breaking the Maya code. Themes and Hudson. New York, 1992
LENZ, H. El papel indígena mexicano. Historia y supervivencia. Editorial Cultural. México 1948
[1] “… todo lo tenían escrito
pintado en libros y largos papeles con cuentas de años, meses y días en que
habían acontecido… sus leyes y ordenanzas, sus padrones todo con mucho orden y
concierto…” Fray Diego Durán Historia de
las Indias de nueva España e Islas de tierra firme. Tomado de la Revista de Arqueología Mexicana, Vol.
IV. No. 23. Enero – Febrero 1997. P 65
[2]
Canal de Youtube del
Instituto Nacional de Antropología e Historia. ¿Qué son los códices? Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=NIrhu4CCxfw
[3] Revista de Arqueología Mexicana, Vol. IV. No. 23. Enero – Febrero
1997. P 64
[4] “Entre los materiales
utilizados por el hombre prehispánico para plasmar sus manuscritos pictóricos,
se encuentra el papel amate, elaborado de la corteza de higuera (Ficus). Llamado amatl en náhuatl y kopo’
en maya, se sigue manufacturando y usando en bellas manifestaciones del arte
popular en México” Revista de Arqueología
Mexicana, Vol. IV. No. 23. Enero – Febrero 1997. P. 70