domingo, 15 de febrero de 2015

Los guardianes de la memoria: Códices.


Pintor mixteco, códice Vindobonense f. 48
Revista Mexicana de Arqueología
Vol. IV No. 23 P. 17 Enero - Febrero 2007
México es un país moderno en muchos aspectos. A pesar de las dificultades a las que se ha enfrentado, su gente ha mantenida viva una tradición milenaria a través de la cultura que nos identifica. Para comprender lo que significa ser mexicano será necesario echar un vistazo a nuestra historia, desde un punto de vista social, mediante los documentos que han registrado el acontecer que han creado dicha identidad llamada la cultura mexicana.
     
     Siglos antes de que los europeos se encontraran en su camino con el continente americano, diversos grupos de personas se establecieron a lo largo del continente reuniéndose y organizándose fomentando el desarrollo de cultura (que incluye tecnología, sistemas políticos, religión, economía, etc.) que influirían en diversos campos del conocimiento, inclusive, hasta el día de hoy.
     
     Nos referimos a estos grupos como “culturas” puesto que más que sistemas y religiones, habían creado toda una identidad. Algunos textos del siglo XV de los primeros europeos en enfrentarse a ellas, describen su admiración por la capacidad de las personas nativas de estas tierras para organizarse, a tal grado que, poseían casas de libros que contaban sus creencias, que describían sus sistemas, sus leyes, que contaban días, meses, años, milenios de un desarrollo muy diferente al que había acontecido en Europa[1].
     
     Todo se encontraba escrito en papel amate, realidades e ideologías. Resultaba impresionante para los europeos cómo, sin necesidad de interacción con otras culturas como los egipcios o griegos, o bien, con las culturas bárbaras que se desarrollaban a la par por toda Europa, el más grandioso linaje de guerreros logró trascender a través del tiempo en sus esculturas, en sus estelas, en sus pirámides, en su gente… en sus códices.


¿Qué son los códices?




     Los códices son “los libros indígenas hechos en escritura nativa. La palabra códice viene del latín codex que significa libro manuscrito”. Existían personas que desde niños eran instruidos en pintura y escritura. Estos “pintores o escritores (llamados en el centro de México tlacuilos, palabra que proviene del verbo náhuatl tlacuiloa que quiere decir escribir pintando. En el área maya, se les llamaba ah ts’bi, o bien ah won, términos que significan escritor y pintor respectivamente”[2]) conocían los símbolos y la técnica de escritura necesaria para producir códices. Los tlacuilos registraban las realidades de sus comunidades, contaban historias y transmitían su conocimiento a generaciones futuras. Solo ellos podían interpretarlos a quienes tenían acceso a dicha información (gobernantes y sacerdotes). Los códices creaban orden y mantenían vivas las tradiciones, guiaban a los pueblos.
Formato de los códices mayas


     Fueron los frailes quienes vieron una oportunidad en la producción de códices para introducir sus creencias religiosas y así poder evangelizar a los pueblos indígenas. Los imperialistas acertaron al pensar que una vez evangelizados la conquista de aquellos pueblos y de las riquezas y tierras de aquellas grandes ciudades sería una tarea fácil. Y así fue. Aconteció el más grande crimen de la época colonial: la quema y destrucción de los códices y el saqueo y apropiación de los bienes que pertenecían a los pueblos antiguos, quedando únicamente unos pocos que cuentan la historia del México prehispánico.
     
     Desafortunadamente, poco podemos hablar de estas culturas a ciencia cierta debido a al intento de extinción de las culturas mesoamericanas por parte de los imperialistas europeos. Considero que este hecho es una lamentable pérdida para la humanidad de conocimiento valioso, por su aporte científico y su valor cultural.
     
     Sin embargo, gracias a los códices producidos durante la implementación del régimen colonial de la Nueva España, hemos podido conocer las diversas culturas que existieron antes y durante este periodo. En esa época, los códices, además de “continuar con su función social de registro de la memoria colectiva, servían para comunicarse y dirimir conflictos entre las comunidades y el Imperio español”[3]. La corona española prohibió poco a poco las tradiciones de los pueblos indígenas que incluían la producción de papel amate, sustituyéndolo por el papel europeo.


Elaboración moderna del papel amate

       




     A pesar de las prohibiciones durante la colonia y todos los años de historia que envuelve a nuestro país, hoy en día muchos artesanos conservan la costumbre de fabricar papel amate[4], entre muchas otras costumbres, como la gastronomía, la pintura, alfarería, escultura, etc., que se han transmitido de viva voz de generación en generación, o a través del legado artístico de nuestros antepasados. Quienes siguen estas tradiciones mantienen vivas las costumbres que identifican a los mexicanos como pueblo milenario, convirtiéndose en pruebas vivientes de una cultura que alguna vez existió.
     
Chimoztoc "el lugar de las siete cuevas". Códice escrito en el año 1550
en Cuauhtinchan, Malinalco, para sustentar el derecho de tierra
a las autoridades españolas de la colonia. Escribieron su historia desde
116 A. C. hasta 1544 usando una combinación
de los estilos prehispánico y europeo.
     En conclusión, las producciones escritas y todo tipo de documentos que se producen en  las sociedades modernas y que son registro de los acontecimientos más importantes que han transformado a las culturas modernas, con el tiempo se convierten en los guardianes de la memoria colectiva. La importancia que los códices tienen hoy en día no solamente radica en su aporte científico y cultural, sino que también aportan sentido a nuestro presente, porque forman parte de nuestra identidad como mexicanos. Entre mis pensamientos se encuentra enredada la idea de que no somos tan diferentes a nuestros antepasados, porque dependemos de documentos que avalen nuestra historia, inclusive en procesos legales; y cuando se pretende comprender un hecho o generar conocimiento nuevo, es necesario acudir al pasado para soportar nuestra teoría. No solamente en México se ha dado este fenómeno, en todo el mundo se sigue registrando en escritos e imágenes las realidades y fantasías del ser humano. ¿Cómo sería nuestro país si conserváramos esos milenios de conocimiento en el acervo nacional?





BIBLIOGRAFÍA


Revista de Arqueología Mexicana, Vol. VI  Número 23 Enero - Febrero 2007

VALVERDE, María del Carmen. Balam. El jaguar en los tiempos y los espacios del universo maya. Editorial UNAM, México 2004. 

Se recomienda:

Visitar el museo de Antropología e Historia. Para conocer más sobre la exposición y descargar códices en PDF:  http://codices.inah.gob.mx/pc/index.php

ALCINA, José. Códices mexicanos. Fundación Mapfre. Madrid 1992

COE, Michael. Breaking the Maya code. Themes and Hudson. New York, 1992

LENZ, H. El papel indígena mexicano. Historia y supervivencia. Editorial Cultural. México 1948




[1] “… todo lo tenían escrito pintado en libros y largos papeles con cuentas de años, meses y días en que habían acontecido… sus leyes y ordenanzas, sus padrones todo con mucho orden y concierto…” Fray Diego Durán Historia de las Indias de nueva España e Islas de tierra firme. Tomado de la Revista de Arqueología Mexicana, Vol. IV. No. 23. Enero – Febrero 1997. P 65
[2] Canal de Youtube del Instituto Nacional de Antropología e Historia. ¿Qué son los códices? Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=NIrhu4CCxfw


[3] Revista de Arqueología Mexicana, Vol. IV. No. 23. Enero – Febrero 1997. P 64
[4] “Entre los materiales utilizados por el hombre prehispánico para plasmar sus manuscritos pictóricos, se encuentra el papel amate, elaborado de la corteza de higuera (Ficus). Llamado amatl en náhuatl y kopo’ en maya, se sigue manufacturando y usando en bellas manifestaciones del arte popular en México” Revista de Arqueología Mexicana, Vol. IV. No. 23. Enero – Febrero 1997. P. 70